En esta entrada os hablaremos del diagnóstico y del tratamiento del síndrome de Tourette.
No existe una prueba específica para diagnosticar el síndrome de Tourette. El diagnóstico se basa en los antecedentes de los signos y síntomas.
Los criterios utilizados para diagnosticar este síndrome son los siguientes: La presencia de tics motores y tics vocales, no necesariamente al mismo tiempo, que estos ocurran varias veces por día, casi todos los días o de forma intermitente, durante más de un año que comiencen antes de los 18 años y que no sean ocasionados por medicamentos, otras sustancias u otra enfermedad.
El síndrome Tourette no tiene cura. El tratamiento tiene como objetivo controlar los tics que interfieren en las actividades diarias y en el funcionamiento. Si los tics no son graves, posiblemente, no requieran tratamiento. No es necesario un tratamiento específico para los tics a no ser que sean de extrema gravedad o que generen dolor muscular o trastornos en la adaptación social. En estos casos se recetan fármacos neurolépticos para reducir la intensidad y frecuencia de los tics.
Al no realizarse normalmente un tratamiento farmacológico se utiliza la terapia psicológica.
La terapia psicológica es efectiva para tratar los trastornos relacionados con el síndrome de Tourette, como el estrés, la depresión o la ansiedad, los problemas de aprendizaje y las consecuencias sociales y afectivas que causa el síndrome. Las terapias utilizadas son las siguientes:
Terapia conductual. Las intervenciones cognitivas conductuales para tratar los tics, pueden ser de ayuda para controlar los tics, identificar los impulsos premonitorios y aprender movimientos voluntarios incompatibles con el tic.
La psicoterapia puede ayudar a enfrentar el síndrome de Gilles de Tourette además de los problemas que lo acompañan, como el trastorno de déficit de atención con hiperactividad, las obsesiones, la depresión o la ansiedad.
Estimulación cerebral profunda. En el caso de tics graves que no responden a otros tratamientos, la estimulación cerebral profunda puede ser beneficiosa. Esta implica implantar en el cerebro un dispositivo médico a batería que enviará estimulación eléctrica a las regiones específicas para controlar el movimiento.
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