¿Alguna vez habéis oído hablar del Síndrome de Estocolmo? Esta es una reacción psicológica que se ha tratado en muchas series, películas, libros… Hoy aprenderemos un poco más sobre este síndrome.
El síndrome de Estocolmo es una reacción o estado psicológico en el que la víctima de un secuestro o retención en contra de su voluntad, desarrolla una relación de complicidad y un vínculo afectivo con su captor. En ocasiones, los prisioneros pueden acabar ayudando a los captores a alcanzar sus fines o evadir a la policía.
Se dice que principalmente se debe a que malinterpretan la ausencia de violencia contra su persona como un acto de humanidad por parte de su agresor. Las víctimas que experimentan este síndrome muestran regularmente dos tipos de reacciones ante la situación: por una parte, pueden mostrar síntomas positivos hacia sus captores; mientras que, por otra parte, muestran miedo e ira contra las autoridades policiales o quienes tratan de capturar a los secuestradores. A la vez, los propios captores muestran sentimientos positivos hacia los rehenes.
Según los datos de la FBI, alrededor del 27% de las víctimas de 4700 secuestros y asedios recogidos en su base de datos experimentan dicha reacción.
Es importante mencionar que el síndrome de Estocolmo no está reconocido por ninguno de los dos manuales más importantes de la psiquiatría: el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales y la Clasificación internacional de enfermedades. Por esta razón, este síndrome se encontraría en la categoría de efecto postraumático.
Historia
Para explicar la historia de este síndrome copiamos un texto de la revista Muy interesante.
“El 23 de agosto de 1973, en la ciudad sueca de Estocolmo, tuvo lugar un atraco con rehenes. Jan Erik Olsson, un presidiario de permiso entró en el banco Kreditbanken de Norrmalmstorg, en el centro de la ciudad. Al ser alertada la policía, dos oficiales llegaron de forma casi inmediata. El atracador hirió a uno de ellos y mandó al segundo sentarse y cantar. Olsson había tomado cuatro rehenes y exigió tres millones de coronas suecas, un vehículo y dos armas.
El gobierno se vio obligado a colaborar y le concedió el llevar allí a Clarck Olofsson, amigo del delincuente. Así comenzaron las negociaciones entre atracador y policía. Ante la sorpresa de todos, una de los rehenes, Kristin Ehnmark, no solo mostraba su miedo a una actuación policial que acabara en tragedia sino que llegó a resistirse a la idea de un posible rescate. Según decía, se sentía segura.
Tras seis días de retención y amenazas del secuestrador, de cuyo lado se puso la propia Ehnmark, la policía decidió actuar y cuando comenzaron a gasearles, los delincuentes se rindieron. Nadie resultó herido. Tanto Olsson como Olofsson fueron condenados y sentenciados, aunque más tarde se retiraron los cargos contra Olofsson, que volvería a delinquir. Jan Olsson, en cambio, tras cumplir 10 años de prisión saldría de prisión totalmente rehabilitado y manteniendo una legión de fans.
Durante todo el proceso judicial, los secuestrados se mostraron reticentes a testificar contra los que habían sido sus captores y aun hoy manifiestan que se sentían más aterrados por la policía que por los ladrones que les retuvieron durante casi una semana. El criminólogo Nils Bejerot acuñó poco después y a consecuencia de aquel caso, el término Síndrome de Estocolmo para referirse a rehenes que se sienten este tipo de identificación con sus captores.
Pero el caso del banco de Estocolmo no es el único que se ha producido. En 1974, Patricia Hearst, nieta del magnate de la comunicación, William Randolph Hearst, fue secuestrada por el Ejército Simbionés de Liberación (SLA). Tras donar la familia seis millones de dólares a la organización terrorista, no se supo más de la joven. Dos meses más tarde fue fotografiada, rifle de asalto en mano, durante un atraco del SLA a un banco. Se había unido a la organización y cambiado su nombre por el de Tania.
El propio Bejerot expone que este síndrome es más común en personas que han sido víctimas de algún tipo de abuso, como rehenes, miembros de sectas, niños abusados psíquicamente, víctimas de incesto o prisioneros de guerra o campos de concentración. La cooperación entre el rehén o víctima y el autor se debe en gran parte a que ambos comparten el objetivo común de salir ilesos del incidente. El nulo control sobre la situación por parte del secuestrado le lleva, al parecer, a intentar cumplir los deseos de sus captores que, por otro lado, se presentan como los únicos que pueden evitar una trágica escalada de los hechos. De esta manera, se produce una identificación de la víctima con las motivaciones del autor del delito y un agradecimiento al captor que, en ocasiones, lleva situaciones extremas.” (https://www.muyinteresante.es/curiosidades/preguntas-respuestas/ique-es-el-sindrome-de-estocolmo)
En 1904, el escritor catalán Marian Vayreda (1853-1903) ya describió magistralmente en su novela 'La punyalada' el fenómeno psicológico que actualmente se conoce por el síndrome de Estocolmo.
Causas
El Síndrome de Estocolmo, puede desarrollarse por varias razones, entres las que encontramos que:
La víctima y el autor del delito persiguen la meta de salir ilesos del incidente, por lo que cooperan.
Como forma de protección, los rehenes tratan de cumplir los deseos de sus captores.
Los delincuentes se presentan como benefactores ante los rehenes para evitar una escalada de los hechos. Pudiendo nacer de aquí, una relación emocional entre las víctimas y sus captores, como forma de agradecimiento.
Las víctimas pueden sentirse identificadas con sus captores, desarrollando así un vínculo emocional. También pueden compadecerse con el autor del delito, desarrollándose un vínculo empático.
Situaciones
De acuerdo con el psiquiatra y catedrático de Medicina Social Nils Bejerot, asesor de la Policía sueca durante el secuestro de Estocolmo de 1973, este Síndrome es más común en persona que han sido víctimas de algún tipo de abuso, como: rehenes, víctimas de violencia intrafamiliar, miembros de una secta, víctimas de abuso sexual reiterado, prisioneros de guerra, prisioneros de campos de concentración, prostitutas y víctimas de violencia en la pareja, entre otros.
Vídeo sobre el Síndrome de Estocolmo
¿Os ha parecido interesante esta entrada? No tenemos mucha información de este síndrome, además de que no es reconocido en los principales manuales de psiquiatría. Esperamos que os haya gustado. En la próxima entrada trataremos también sobre este síndrome. Os esperamos en nuestro blog!
Fuentes de información
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