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Tratamiento del trastorno bipolar

El trastorno bipolar es una de las enfermedades psiquiátricas que cuenta con más recursos para su tratamiento. Entre ellos destacan:


Los fármacos: Frenan las fases de euforia y ayudan a superar las fases de depresión. Hay sustancias que reducen la intensidad y frecuencias de las recaídas. Cabe destacar que  ninguno de estos medicamentos crean dependencia.

El apoyo psicológico: Permite afrontar las dificultades de la enfermedad, aprender a reconocer los síntomas iniciales de una posible descompensación y al paciente a conocerse mejor.

Los hábitos alimentarios y de sueño: Se recomienda a los pacientes que eviten en lo posible someterse a situaciones estresantes, o aprender estrategias para reducir su impacto y practicar algún tipo de deporte o ejercicio.


Psicoterapia: es una parte fundamental del tratamiento para el trastorno bipolar y puede realizarse en forma individual, familiar o grupal. Existen varios tipos de terapias que pueden ayudar, estos son: La terapia interpersonal y de ritmo social, se centra en la estabilización de los ciclos diarios. Una rutina regular permite controlar mejor el estado de ánimo. Las personas con trastorno bipolar pueden beneficiarse si establecen una rutina diaria de sueño, dieta y ejercicio. La terapia cognitiva conductual, la atención se centra en identificar creencias y comportamientos negativos y poco saludables, y reemplazarlos por otros que sean positivos y saludables. Esta terapia puede ayudar a identificar qué desencadena los episodios bipolares. También a aprender estrategias eficaces para controlar el estrés y enfrentar situaciones angustiantes.La terapia centrada en la familia, el apoyo familiar y la comunicación pueden ayudar a respetar el plan de tratamiento y pueden servir para que el paciente  y sus seres queridos reconozcan y controlen los signos de advertencia de los cambios en el estado de ánimo.


Obtener información sobre el trastorno bipolar, la psicoeducación puede ayudar a las personas con esta enfermedad y a sus familiares a comprender dicha enfermedad. Informarse sobre lo que sucede puede ayudar a obtener el mejor apoyo, a identificar problemas, a elaborar un plan para prevenir recaídas y a respetar el tratamiento.


El litio es muy utilizado por pacientes con este trastorno ya que tiene un efecto preventivo sobre las recaídas. Aunque, el organismo tiene pequeñas cantidades de litio este tiene que aumentarse, no porque los pacientes carezcan de este mineral, sino para reforzar los mecanismos reguladores del estado de ánimo y evitar situaciones de euforia o depresión. Es una sustancia simple, sin embargo, su utilización debe ser siempre controlada por el médico, ya que las dosis muy altas son tóxicas. Por este motivo, los que siguen un tratamiento con litio deben realizarse análisis periódicos para controlar la concentración de este en Ia sangre. Este tratamiento es uno de los más efectivos y seguros, además de ser el único que ha demostrado reducir el riesgo de suicidio.




El litio ejerce su acción estabilizadora del ánimo a través de mecanismos químicos que corrigen parte de las alteraciones subyacentes a la enfermedad. Cuando se ingiere litio, este se absorbe por el tubo digestivo sin necesidad de pasar por el hígado, pasa a la sangre y, de ahí, llega a las neuronas donde produce cambios en la producción de ciertas sustancias que van a regular de forma eficaz las alteraciones anímicas.

Existen múltiples consideraciones generales que los pacientes deben tener en cuenta a la hora de utilizar un tratamiento con litio. Estos son: Tomar la medicación todos los días, no interrumpir el tratamiento salvo por prescripción médica, realizar los análisis solicitados por el médico al menos 2 veces al año, no reducir la cantidad de sal en las comidas o cambios bruscos en la hidratación y consultar con el  médico o, en su ausencia, reducir temporalmente la dosis de litio en caso de intensa diarrea, vómitos, deshidratación o fiebre.


Se están investigando nuevos tratamientos tanto para Ia fase maníaca, para la que han aparecido nuevos fármacos con menos efectos secundarios, como para la fase depresiva. Por ejemplo, los denominados antipsicóticos atípicos han demostrado ser muy útiles para tratar las fases maníacas o para las depresivas, dependiendo del fármaco y para la prevención de recaídas. Además, tienen menos efectos secundarios que los medicamentos más antiguos. Algunos fármacos que habían sido usados clásicamente como antiepilépticos, entre los que destacan el ácido valproico, lamotrigina y carbamazepina, estos han demostrado tener una buena eficacia para la prevención de recaídas tanto maníacas como depresivas del trastorno bipolar.

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